El verano es una de las épocas
más propicias del año para cumplir uno de los objetivos de numerosas personas:
hacer el Camino de Santiago. Este
peregrinaje supone un gran esfuerzo físico y mental. La recompensa al
conseguirlo es muy plena y consigue borrar todos esos sufrimientos.
Sin embargo, si queremos que
este duro esfuerzo nos sea un poco más placentero, debemos preparar a nuestro cuerpo para el gran reto al que le vamos a
someter. No sólo se debe estar en buena forma física. Las largas caminatas a las
que le vamos a someter (habrá jornadas de 20, 30 o más kilómetros) nos van a
llevar al límite. Debemos estar preparados para aguantarlo. No sólo van a
sufrir nuestros pies (los grandes protagonistas), sino todo nuestro cuerpo en
general. A las largas jornadas de camino hay que añadirle la carga pesada en
nuestra espalda, las comidas más o menos ligeras, la falta de sueño y el
descanso más o menos reparador.
1. Alimentación
Las largas jornadas de caminata
nos van a desgastar mucho. Es conveniente que ingiramos una alta cantidad de azúcares (caramelos, chocolate, frutos
secos). Se recomiendo que la comida más copiosa se haga justo al finalizar la
etapa, evitando también comidas muy copiosas en la víspera de la marcha.
La ingesta de líquidos es algo fundamental, sobre
todo de agua. Debemos asegurarnos en
todo momento que ésta sea potable, sino queremos tener que acabar antes de
tiempo nuestro peregrinaje. Debemos asegurarnos una reserva de agua ya que,
durante el camino, no tenemos la seguridad de saber cuán cerca estará la
siguiente fuente de agua potable.
La sensación de sed se calma
mejor, no con la ingesta de bebidas frías, sino con sopas o caldos templados.
Las grasas deben tomarse en cantidades pequeñas pero repetidas,
mientras que las proteínas están más
indicadas para el momento de finalización del esfuerzo (descanso, entrenamiento
o preparación) que durante el mismo.
El aporte de vitaminas que vamos a necesitas lo
conseguiremos gracias a las frutas frescas y los frutos secos del tipo nueces o
pasas.
2. Vestimenta
Nuestra ropa ha de ser holgada, preferiblemente de algodón y transpirable, así evitaremos posibles roces. El tipo de ropa
dependerá de la climatología del momento que hayamos elegido para hacer el
camino.
El calzado interesa que sea alto protegiendo al tobillo. Cómodo,
transpirable e impermeable. Es aconsejable llevar pares de calcetines en abundancia, puesto que nos los cambiaremos muy a
menudo.
La higiene y el cuidado de los
pies se va a convertir en nuestro principal objetivo, ya que son ellos los que
harán que nuestro objetivo sea fructífero, llegar a Santiago.
Al terminar la etapa del día nos aseguraremos una correcta higiene de los
pies (no siempre vamos a tener a mano una ducha disponible). Un buen aliado son
las sales relajantes, que reducen la
sensación de fatiga y dejan los pies listos para la siguiente jornada.
Evitaremos las ampollas manteniendo los pies correctamente hidratados. Todos los días, antes de
comenzar a andar, les aplicaremos un poco de crema, especialmente entre los
dedos, la planta y el talón.
No es conveniente ducharse antes de comenzar a andar, ni mucho menos con agua
caliente y durante mucho tiempo. Con esto conseguiremos que nuestra piel esté
reblandecida y sea más propensa a las ampollas.
Sin embargo, si nos encontramos
por el camino con fuentes o riachuelos, podemos refrescarnos los pies sin ningún problema. Pero debemos asegurarnos
que, antes de empezar a andar, los pies estén bien secos. Se recomienda dejar secar al aire.
4. Botiquín casero para hacer el Camino de Santiago
Nuestro botiquín debe contener
los siguientes artilugios:
- · Tijeras, gasas, esparadrapo, yodo y tiritas para ampollas.
- · Antidiarreico.
- · Crema antiinflamatoria.
- · Crema para escoceduras e irritaciones de nalgas y muslos.
- · Crema para activar la circulación de los pies (Ruscus y Castaño de Indias).
- · Crema hidratante para los pies (Calendula y Jojoba).
Estos son nuestros pequeños
consejos para que el Camino de Santiago sea un peregrinaje con el menor
sufrimiento posible. ¡¡A disfrutarlo!!
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